El tiempo de transición hacia la quinta dimensión se cumple a pasos acelerados, y pronto la etapa de ceguera y olvido en la que hemos estado inmersos tantos siglos será tan sólo un recuerdo perdido en la bruma de la era de la ignorancia. Si como se ha prometido ésta va a ser una nueva época de amor y felicidad, en la que podamos plasmar en la materia sutil y en las relaciones humanas nuestros sueños, entonces bienvenida sea la maestría que llega. Y los que sigan vagando en las sombras del temor, del infortunio y la indigencia, los que se esconden detrás del poder y de la violencia, pues encontrarán el hogar que andan buscando.
En el no tiempo la tierra ya ha ascendido y el viaje a su lado está asegurado para los que vibren en la frecuencia de sus armónicos. Cierto que la noche se hace más oscura antes del alba, y cuando observamos los cambios en la superficie del planeta, en el clima, la confusión general y la podredumbre del sistema político, militar y farmacológico, el aumento de revueltas, el hambre y la degeneración por las drogas, todo parece que esté a punto de reventar y que el cambio será abortado por la destrucción masiva. Si todo estalla en pedazos, nadie podrá atravesar la frontera hacia la siguiente dimensión, pero la realidad es que el plan divino va a realizarse con la ayuda de cientos de pueblos estelares, y no tiene vuelta atrás. La confederación galáctica no permitirá el uso de ingenios nucleares en ninguna circunstancia.
Mientras tanto para favorecer la renovación celular y genética, y asimilar las altas frecuencias energéticas que están penetrando en la atmósfera ¿qué mejor que una vida natural, ejercicio, dieta sana con frutas y verduras, y una práctica intensa de meditación? La tierra tiembla, cambia su clima, eleva la altura de sus mares, tiene tormentas devastadoras, porque necesita purificarse de tanta polución en su camino hacia la ascensión a quinta dimensión. Y nuestro cuerpo lo mismo, ya que ambos, el cuerpo del planeta y el cuerpo físico humano, están transformando su estructura básica para permitir su elevación espiritual.
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